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Foto del escritorLeyden Lorenzo

Javier Elorrieta


Es una hermosa experiencia ver sobre un escenario a Javier Elorrieta (Madrid, 1950). Se nota que hace una de las cosas que más le gustan en la vida junto con el cine, cantar. Y lo hace con suma elegancia y como un crooner recién llegado del Olympia de París. Ladea la cabeza, cierra los ojos y guarda su mano derecha en el bolsillo, tímida, como si, a modo de sorpresa, reservara en ella el ramillete imperecedero de clásicos que va a interpretar.

Anoche, interpretando una de esas eternas canciones de amor.

Ofrece en directo su propia revisión de la alta chanson française (ya va por el quinto disco) acompañado por un soberbio cuarteto de jazz: piano, contrabajo, saxo y percusión. Tiene Elorrieta esa voz rota en su justa medida, como marcada por noches imborrables y curada por licores viejos. Es idónea para su estilo rive gauche con el que versiona las canciones del alma, la nostalgia y la juventud perdida.

Caen sobre el público las notas de Hier encore, Ne me quitte pas, Que reste -t-il de nos amours, Le métèque... y lo hacen como delicadas pero perfectas gotas de lluvia sobre el cristal empañado del recuerdo. Así ocurrió anoche en el recital que dio junto a su banda en The Jungle Jazz Club (C/ Jorge Juan, 20), una exclusiva y acogedora cave moderna aunque con toda la esencia de los sitios de jazz de antaño: lamparitas a media luz, íntimos veladores sobre lujosa moqueta y espejos atentos pero discretos.

Javier Elorrieta demuestra con creces conocer al dedillo los complejos vericuetos de la profesión, transitando del rock progresivo o el blues de su adolescencia a esta canción francesa de su madurez. Y por supuesto no renuncia al cine que le viene de herencia y al que también ha legado una docena de películas maravillosas y originalísimas a las que esperemos, dentro de poco tiempo, se sume alguna más.

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