Cuando la cultura no es inclusiva: por una feria del libro sin barreras
- CDCITE

- 11 oct
- 2 Min. de lectura
La exclusión de personas con discapacidad en eventos culturales revela una falta de compromiso real con la equidad y el respeto ciudadano

Me acostumbré a ir cada año a la Feria del Libro. Era como asistir a una fiesta esperada con ansias por mi padre, un amante incansable de los libros y del saber. En mis primeros años, me fascinaba comprar muñequitas de papel para recortarlas; luego vinieron los cuentos clásicos, la poesía y las novelas. Crecí de la mano de un erudito —mi padre—, que me inculcó la pasión por la lectura e hizo de la asistencia a la feria una cita obligada con la cultura.
Durante décadas, esa feria representó para mí un encuentro con el conocimiento, un espacio de descubrimiento y orgullo cultural. Hoy intento transmitir esa misma costumbre a mis hijos, aunque reconozco que, con el paso del tiempo, el evento fue perdiendo parte de su esencia, convirtiéndose más en una celebración popular que en una verdadera fiesta de la cultura. Aun así, mantengo la esperanza de que, como ha sido en los últimos años, los organizadores hagan un esfuerzo por mejorarla y sigo siempre esperando con entusiasmo el anuncio del programa de actividades, los autores invitados y las conferencias programadas. Porque aún creo, como decía Borges —ciego y lúcido—, que “de los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro”.
Pero este año, mi entusiasmo chocó con una barrera tan física como simbólica: la imposibilidad de acceder a la Plaza de la Cultura. Hace algunos años, mi vida cambió y dejé de caminar; pasé a formar parte de ese 12.3% de dominicanos que viven con algún tipo de discapacidad. Sin embargo, ni mi condición ni mi deseo de seguir participando en la vida cultural del país deberían excluirme del derecho a disfrutar de uno de los eventos más importantes del calendario nacional.
Lamentablemente, la Feria del Libro de este año fue inaccesible. Ninguna rampa adecuada, ningún parqueo reservado, ningún baño adaptado. Los pabellones de la Plaza de la Cultura, orgullo arquitectónico del pasado, hoy son, en su mayoría, un recordatorio de nuestra indiferencia hacia la inclusión.
Magaly Toribio
Fuente acento





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